Inteligencia Emocional Ejecutiva


Las demandas del trabajo, los problemas familiares, las pequeñas frustraciones acumuladas y la incapacidad para saber encauzar nuestras emociones, son la materia prima de una vida descontrolada y poco satisfactoria. Quienes no sabemos equilibrar nuestra vida, y dedicamos demasiada energía a los problemas cotidianos que se nos presentan, solemos entrar en crisis personales y vorágines laborales innecesarias.

La importancia de la Inteligencia Emocional, radica en aprender a administrar bien nuestras emociones, para que éstas trabajen a nuestro favor. El autodominio de estas emociones y de situaciones estresantes es una de las características elementales de la llamada "inteligencia emocional", concepto desarrollado por dos psicólogos estadounidenses pero llevado al dominio público por Daniel Goleman. Ellos y otros estudiosos, destacan una dimensión de la inteligencia diferente de la que normalmente se pondera y sirve como requisito y "predictor" de éxito en la vida. La inteligencia emocional que va más allá de la puramente cognitiva, es aquella que tiene que ver con el modo de relacionarse con las personas, con la capacidad de ponerse en el lugar de otro y ver las cosas desde su perspectiva aun cuando no la comparta, con la fortaleza para vencer las dificultades y la perseverancia para seguir adelante a pesar de las caídas. Todas las personas tienen los dos tipos de inteligencias, la cognitiva y la emocional, pero es esta última la que aporta la clase de características que nos ayudan a vivir mejor y convertirnos en excelentes seres humanos.

Hay miles de historias que describen cómo personas con un alto grado de inteligencia emocional han podido realizar grandes hazañas como correr cientos de kilómetros teniendo dificultades en las piernas, movidos por su perseverancia y motivación; o las personas que se han recuperado milagrosamente de terribles enfermedades debido a su gran apego a la vida o a un compromiso con algún objetivo. Pero también hay quienes protagonizan hechos cotidianos y más sencillos como estar atentos a la mirada vaga o preocupada de un compañero de trabajo que quizá pase por un problema en vez de molestarnos con él por un descuido u olvido; o ser capaz de emprender algo con buen ánimo a pesar de saber que se tienen pocas posibilidades de lograrlo; o tener la suficiente voluntad para terminar una tarea tediosa.

En la empresa, como en todos los ámbitos de la vida de una persona, la inteligencia emocional aporta una ventaja comparativa con respecto a quienes, pese a sus títulos académicos y experiencia en la tarea que desempeñan, no son capaces de establecer buenas relaciones con sus compañeros, son conflictivos y poco solidarios, no saben escuchar ni expresar adecuadamente lo que piensan, se desaniman pronto cuando las cosas no les salen bien, etc. Por ello, cada vez es más frecuente que los encargados de seleccionar personal se fijen en cualidades que asegurarán un buen ambiente laboral que garantice el trabajo en equipo, el respeto y el compromiso con las metas del grupo, pues las deficiencias en el nivel de los conocimientos se pueden corregir con capacitaciones o cursos. Un gerente con inteligencia emocional es un líder por excelencia capaz de cohesionar y dirigir a su equipo hacia un mismo objetivo, y de reconocer en cada uno sus fortalezas y aportes así como de apoyarlos para superar sus deficiencias tomando los errores como lecciones que enseñan. De esta manera, podrá ayudar con el ejemplo a desarrollar también en su equipo de trabajo las cualidades de la inteligencia emocional.

TIPS
— Cuando esté molesto, piense en lo que va a decir y a quién se lo está diciendo. A veces explotamos con quien no tiene la culpa.
— No dé por hecho que todo está perdido hasta que no lo esté de verdad. Tal vez haya una oportunidad.
— Cuando se equivoque, admítalo. Aprenderá más de sus errores que si no los reconoce.
— Nunca deje de actuar guiado por sus principios y valores aunque la situación sea difícil. Una de las características de la inteligencia emocional es la integridad.
— Cuando se encuentre en conflicto, aliente la discusión franca y abierta, ésa será su mejor arma.
Cómo ayudar a aumentar la inteligencia emocional de su equipo

Cada uno de nosotros puede contribuir a aumentar el nivel de inteligencia emocional de las personas que nos rodean, sobre todo de aquellas que de una u otra manera nos siguen o ponen sus expectativas en nosotros. Este es el caso de las personas que ocupan algún nivel jerárquico en su lugar de trabajo, sea que tengan a su cargo toda un área de la empresa o un grupo reducido de subalternos. De igual modo, su comportamiento y forma de relacionarse con su entorno laboral puede marcar grandes diferencias en el clima de la oficina y en la productividad.

El jefe es como el padre en la casa: sus hijos aprenden más de su ejemplo que de sus palabras. Por eso, debe transmitir los valores y actitudes que quiere fomentar en la oficina. Si es capaz de establecer un ambiente de diálogo abierto, donde se tenga la libertad para decir las cosas sin miedo y de manera asertiva, entonces sus empleados se mostrarán transparentes y receptivos. Así se podrán evitar las malas interpretaciones o rumores que tanto afectan la eficiencia en el trabajo.

La empatía es una de las características más contagiosas de la inteligencia emocional: si muestra preocupación por las personas que lo rodean, es muy posible que reciba igual atención. Normalmente nos sentimos bien cuando nuestro jefe o compañero se da cuenta de que nos sucede algo y nos pregunta qué nos pasa; esa muestra de interés es básica para fomentar el sentido de pertenencia y de identificación con nuestro equipo de trabajo, ya que nos permite tomar conciencia de que si uno de nosotros no se encuentra bien, entonces su rendimiento influirá en el desempeño de todo el grupo.

El reconocimiento del esfuerzo de nuestros colaboradores, sobre todo cuando no se llegan a alcanzar las metas trazadas, es importante para mantener el espíritu en alto a pesar de los fracasos y para fomentar la perseverancia. Hemos sido criados en una cultura que condena el error y lo relaciona con falta de capacidad; por ello, cada vez que cometemos uno solemos esconderlo, excusarnos o echarle la culpa a otro. Sin embargo, eso no es motivo de vergüenza: el error es en realidad una fuente de aprendizaje, y la mejor actitud para promover esta nueva concepción es que el jefe reconozca sus equivocaciones ante sus empleados. Este es el primer paso para no volver a cometerlos. La integridad es una de las principales características de un líder. En ella se basan el respeto y la confianza de los demás. Cuando el jefe se muestra incoherente con lo que predica en la oficina, pierde credibilidad ante los ojos de sus empleados, y eso es muy difícil de recuperar.

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